«Correr es una metáfora de vivir», escribió el japonés Haruki Murakami. Y a veces también se corre para sobrevivir. Es la historia de José Antonio Tizapa, un inmigrante de origen mexicano que corrió el Maratón de Nueva York para recordar a su hijo, Jorge Antonio, uno de los 43 estudiantes desaparecidos en la tragedia de Iguala, Guerrero el 26 de septiembre de 2014.
La historia de José Antonio es la de muchos mexicanos que cruzan a Estados Unidos en busca del sueño americano. Él dejó Tixtla, el municipio donde se sitúa la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, hace ya 14 años. Su esposa y sus tres hijos se quedaron en Guerrero, uno de los estados más pobres de México, pero a quienes envía puntualmente el dinero que consigue en trabajos temporales.
En una entrevista con la cadena NBC, Tizapa lamentó que, por su estatus legal en EUA, no pudiera volver a México para acompañar a su esposa Hilda en la lucha para exigir que el Gobierno mexicano aclara lo ocurrido esa noche en Iguala, Guerrero, en donde su hijo Jorge Antonio y otros 42 estudiantes de magisterio fueron víctimas de una tragedia que ha marcado a México.
«Nosotros no somos atletas profesionales. No tenemos el talento de las estrellas del fútbol de México. Pero tenemos un gran corazón y trabajamos duro, como profesionales, para hacer que la gente tome conciencia sobre México», aseguró José Antonio Tizapa.
A lo largo de los 42 kilómetros y 195 metros de recorrido, Tizapa llevó una playera en recuerdo de los estudiantes de Ayotzinapa. De Jorge Antonio, su hijo, habla en presente: «Espero que todo el mundo pueda conocerlo pronto. Es muy simpático y hace amigos con facilidad».