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Nuestro sistema inmunológico nos protege de las bacterias, los virus y otros organismos patógenos. Se trata de un sistema de defensa complejo y eficaz. ¿Influye nuestra alimentación en el sistema inmunológico? Rotundamente, sí.
El sistema inmunológico constituye la protección o defensa contra las enfermedades. Dada su complejidad, resulta muy difícil evaluar los efectos de la dieta en este sistema. Sin embargo, los resultados de diversas investigaciones han permitido identificar algunos factores dietéticos que afectan a la respuesta inmunológica de nuestro organismo.
Una alimentación mal equilibrada tiene una influencia negativa en la actividad inmunológica. «El mantenimiento del sistema inmunológico requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios». Las personas mal alimentadas presentan un mayor riesgo de contraer infecciones. Los regímenes de adelgazamiento de menos de 1.200 kcal al día también pueden hacer disminuir la función inmunológica, lo que constituye una buena razón para evitar las poco saludables «dietas milagrosas».
Del mismo modo, el aporte excesivo de energía también puede afectar a la capacidad del sistema inmunológico de combatir las infecciones. La obesidad está ligada a una mayor incidencia de enfermedades infecciosas.
Además, las personas obesas son más propensas a desarrollar enfermedades cardiacas coronarias, las cuales están relacionadas con alteraciones de la función inmunológica.
La reducción de las grasas en la dieta es importante para el control del peso, pero también influye en el funcionamiento del sistema inmunológico. Si se reduce el contenido de grasa en la dieta, la actividad inmunológica aumenta.
De esta forma, además de prevenir las infecciones, se podría fortalecer el tipo de células inmunológicas que combaten las células tumorales. No obstante, no es sólo una cuestión de cantidad, también es importante la procedencia de las grasas. Es necesario incluir en nuestra dieta pescado, frutos secos, aceite extra virgen, para asegurar un aporte equilibrado de diferentes ácidos grasos.
El consumo regular de productos lácteos fermentados como el yogurt o el kefir puede aumentar las defensas inmunológicas intestinales. Algunos estudios recientes sugieren que el yogurt elaborado con ciertas bacterias, bacterias probióticas, puede tener un efecto beneficioso en el sistema inmunológico.
Por ejemplo, los voluntarios que comieron a diario este tipo de yogur presentaron una mayor resistencia a los microorganismos que provocan las intoxicaciones alimentarias. Es preciso proseguir las investigaciones en este ámbito.
El mantenimiento del sistema inmunológico requiere un consumo constante de todas las vitaminas y minerales necesarios. Para ello, hay que asegurarse de seguir una dieta equilibrada que incluya proteína, frutas y verduras en abundancia
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